En un artículo publicado por el diario “El nacional” de
Caracas-Venezuela, el día 27 de agosto de 1987, leemos lo siguiente: “Las penas
afectan función del sistema inmunológico”. Allí se asientan que según estudios
psiquiátricos realizados en la universidad de California, San Diego, Estados
Unidos de Norte América, “A mayor depresión menos es el número de componentes
del sistema inmunológico”, por lo que “Una variedad de infecciones pueden
amenazar la vida del paciente deprimido”.
La depresión es el resultado de no saber vivir consciente e
inteligentemente. La depresión es un estado equivocado, un estado anímico en el
que la persona queda sumida entre la más profunda tristeza, el abatimiento, la
abulia y otras tantas emociones inferiores.
A este respecto el maestro Aun Weor afirma que “Los seres humanos nos
hemos acostumbrado a vivir en forma centrifuga, hacia afuera, y eso acarrea un
desgaste de la energía potencial y vital del organismo humano”. Esta conducta
errónea puede detectarse en la conducta cotidiana de la gente, en la manera
intranquila, nerviosa, e incluso violenta de conducirse las multitudes. La
percibimos también en la música moderna, chillona y estridente, con la cual
muchos se contorsionan derrochando gran cantidad de energía mental, emocional y
motora, la vemos en la vehemencia de los políticos y en los sistemas de trabajo
utilizados por las empresas públicas y privadas, que obligan a sus empleados a
laborar angustiosamente, en medio de un “stress” inacabable.
Todo eso, repetimos, es resultado de obrar mecánicamente, luchando por
sobrevivir, sin saber por qué ni para qué; es el producto de la identificación
con las penas y angustias, con el que dirán, con las deudas, el alto costo de
la vida, la inseguridad, el desempleo, los problemas familiares y así
sucesivamente.
Entonces, ¿Qué hacer? Necesitamos con suma urgencia aprender a vivir en
forma centrípeta, hacia adentro si es que queremos alargar el tiempo vital y
disminuir el elevado y escandaloso índice de suicidios, la drogadicción, el
alcoholismo, las Psicopatías sexuales y todas las falsas vías que utiliza el
ser humano para huir de si mismo, para escapar de la depresión, del miedo y del
tedio insoportable de su propia existencia.
Desgraciada e infortunadamente, los sistemas educativos modernos nos
preparan solo para lo agradable, reforzando los mecanismos del Yo, del Ego, del
mí mismo, que busca sensaciones y satisfacciones, ninguno de los estratos de la
educación indica cómo lograr la interiorización gradual, cómo introvertirnos
para auto explorarnos y auto conocernos, a fin de invertir el sistema de vida:
de los centrifugo a lo centrípeto.
En su tratado de Psicología revolucionaria el maestro Samael Aun Weor
entrega formulas cien por ciento practicas que debidamente aplicadas permiten
darle un choque consciente a nuestras formas absurdas de vivir, evitando por
ejemplo que las glándulas de secreción internas funcionen anormalmente. Sabido
es que los micro-laboratorios glandulares quedan ciertamente alterados con cada
explosión de ira, de celos, de angustia, de miedo, de odio, de lujuria, etc.
Estudios modernos han venido a corroborar los planteamientos Gnósticos en este
sentido.
Investigadores científicos de renombre mundial informan que “la aflicción
y las funciones orgánicas están inextricablemente ligadas”. Habiendo analizado
a un grupo de 37 mujeres recientemente enviudadas, y a otras cuyos maridos
agonizaban con cáncer de pulmón en un hospital de los Ángeles, los académicos
de la universidad de California detectaron que dichas mujeres cambiaban
constantemente de ánimo, que tenían pensamientos suicidas y que sufrían de
insomnio, con ostensible pérdida de peso. También se ha comprobado que las
enfermedades tienen un origen psicológico, ellas se somatizan y destruyen el
organismo físico merced a la ignorancia de lo que internamente somos y gracias
al desconocimiento del verdadero sentido de la vida, del sentido del vivir.
Es obvio que mientras continuemos identificados con todos los sucesos de
nuestra existencia, viviendo centrífugamente, hacia fuera, persistirá el
derroche de energías conscientivas, pensantes, emocionales y motoras, con la
inevitable secuela de enfermedades, vejes y muerte prematura.
¿Qué es la identificación? Es un estado de consciencia equivocado de la consciencia, en la cual el sujeto se absorbe dentro del objeto (un problema, un sentimiento, etc.) olvidándose completamente de sí mismo. Obviamente en tal estado, el sujeto o persona queda en una completa incapacidad para analizar imparcial y equilibradamente el objeto con el cual se ha identificado
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