Desde niño sobresalía de entre los demás jóvenes de la aldea, a muy temprana edad la madre de Yakiro lo inscribió en el dojo del pueblo, para que se siguiera la tradición de su familia.
Yakiro mostraba habilidades nunca antes vistas en el pueblo, los ancianos maestros se quedaban pasmados al ver luchar y hacer las formas a este pequeño personaje, con tan solo 7 años Yakiro ya era campeón nacional de artes marciales.
Siguió creciendo el chico en el dojo hasta convertirse en un adolescente, su maestro Yun Chan lo guiaba internamente, con el temor de que el despertara el peor enemigo de un peleador, su ego.
Yakiro con cada pelea que ganaba, con cada triunfo se hacia mas prepotente y vanidoso, una tarde en reunión con los maestros el se levanto y les dijo, yo seré el maestro más joven de la historia de las artes marciales, seré el mejor, Yun Chan se sintió muy mal, mal porque su discípulo estaba marchando por el camino contrario.
Como las reglas del dojo eran a base de pruebas que imputaban los maestros más ancianos a quien deseaba lograr tal puesto, no les quedo más remedio que probar a Yakiro, Yun Chan esa misma noche hablo con el y le dijo: Yakiro tu mayor prueba será tu más grande debilidad, espero que aprendas a ver no solo las victorias sino también las derrotas, aprende a hacer la paz tuya, que tu furia se dirija hacia tu peor enemigo y no a otras personas.
A la mañana siguiente Yakiro se marcho a las montañas de las siete águilas, donde los maestros le habían dicho que allá estaba su oponente, debía vencerlo y luego regresar para convertirse en maestro, si lo lograba seria el maestro más joven de toda la historia, apenas contaba con 18 años.
Camino hasta haya decidido a luchar y a ganar, recorrió todo el sendero, subió la montaña, mas no encontraba a su oponente, siguió caminando, las horas pasaban y su furia crecía, su angustia y su desesperación, recorrió las montañas de pies a cabeza, las bajo y las subió.
La noche llego y la nostalgia también para Yakiro, su mente era un torbellino de deseos y sentimientos, estaba agotado pero su misión no se había cumplido, al fin se quedo dormido mirando las estrellas y llorando.
Cuando el primer rayo de luz ilumino su rostro Yakiro pudo ver el rostro de su Maestro Yun Chan, ¿maestro pero que hace usted aquí? Le dijo, Yakiro, temo que has fallado la prueba, pero que dice maestro si no he peleado con mi enemigo… No existe tal enemigo Yakiro, el enemigo eres tu mismo, no te venciste a ti mismo, y esa es la gran prueba para todo maestro, no venciste tus miedos, tus angustias ni tu ira.
Yakiro conmovido y abatido, lleno de dolor y profundo respeto hacia su maestro le pidió que lo entrenara más para poder llegar a ser un maestro, cuentan las leyendas que lo logro en 7 años, así Yakiro pudo finalmente convertirse en un maestro venciéndose así mismo.
“No hay peor enemigo que uno mismo”
19 de junio de 2010, 12:23
Los creyentes modernos deberian preguntarse que hacen esas personas meditando tantas horas al dia.